Para los makers, es difícil imaginar un mundo sin Kickstarter. Éste ha abierto una nueva ruta para dar vida a proyectos. Y, a pesar de la gran cantidad de clones y derivados, Kickstarter fueron los pioneros en el espíritu del crowdfunding (financiación colectiva). Incluso desde una perspectiva externa, ha sido evidente que la idea – de que la gente debería ser capaz de unirse y aportar ideas nuevas y creativas en el mundo – es lo que los impulsa. Es por eso, que cuando sintieron que la integridad de la idea estaba siendo comprometida por los que sólo piensan en hacerse ricos rápido y por las promesas poco realistas, restringieron la categoría de diseño de producto con el infame post “Kickstarter no es una tienda“.
Hoy en día, han anunciado nuevas reglas que son considerablemente más simplificadas. Ellos han tenido casi dos años para evaluar su cambio de reglas y han hecho algunos ajustes de bienvenida para, una vez más, hacer a Kickstarter un gran lugar para los makers con las intenciones correctas.
Dicho esto, de acuerdo con Paul Spinrad, nosotros como makers, tenemos la responsabilidad de patrullar y alertar a Kickstarter (o IndieGoGo o quien sea) de cualquier actividad sospechosa. Lo que permite recordar lo nuevo, frágil y maravillosa que es esta idea en realidad, y que todos tenemos un papel que desempeñar en su futuro.
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