Educación Electrónica Impresión 3D Movimiento Maker Raspberry Pi

Primer taller de Introducción a la Impresión 3D en una comunidad Rural

Comúnmente pensamos en la tecnología como un aspecto inherente al contexto urbano: Desde los altos edificios hasta los sistemas de transporte altamente tecnificados, damos por sentado que las ciudades, donde en el 2050 vivirán 70% de todas las personas del mundo,  son el punto de origen de la innovación.

¿Pero qué pasa con el resto de personas que viven en contextos rurales? ¿será que en el campo, en la sierra y en la selva podríamos también innovar utilizando tecnología abierta? Nosotros, los makers urbanos, quienes reivindicamos el acceso a maquinaria de fabricación y el “hazlo tú mismo”, nos hemos organizado de distintas maneras, en makerspaces, en salones de clases y hasta en casa para crear. ¿Pero en el campo también hay makers, cómo se organizan y qué hacen?.

Siempre que comenzábamos una plática del movimiento maker, partíamos del punto de que los seres humanos somos makers, porque modificamos nuestro entorno, creando herramientas para hacer nuestra vida más sencilla cada vez, por lo tanto sería arrogante pensar, que las comunidades rurales no fueran makers, de hecho son los primeros makers.

Si prestamos atención en México los pueblos indígenas comparten más valores con el manifiesto maker que las grandes universidades tecnológicas del país: El tequio, la comunalidad, el trabajo, la fiesta, el commoner.

Para no pecar de incongruentes, tuvimos la oportunidad de acompañar a Jacaranda Education a participar en el proyecto de Access, de la Embajada de EUA.

Ellos son responsables de la coordinación del programa que se basa en la enseñanza de inglés y tecnología para estudiantes de secundaria en 3 comunidades indígenas: Tenejapa, una comunidad tzetzal, Zinacantán, comunidad tzotzil y mahozic.

Dentro de ese proyecto, un grupo de alumnos tienen una clase sabatina, impartida por profesores de la comunidad, con egresados del Instituto de Lenguas de la UNACH.
Nuestra labor en este proyecto consistió en una capacitación que se centró 2 grandes áreas: Diseño e impresión 3D y Raspberry PI.

Durante el taller de impresión 3D, los profesores conocieron los procesos básicos para modelar en tinkercad y cómo funciona y se utiliza una impresora 3D. Para este primer proyecto trabajamos una una FDM20 de Proyectil, su modelo RepRap para la educación.

Junto con los profesores desarrollamos una clase modelo, donde comenzaremos preguntando “What’s your dream house?”, de manera que los chicos tengan que emplear su creatividad para crear la casa de su sueños, aprendiendo vocabularios de inglés y modelado 3D.

El siguiente día de capacitación aprendimos a cómo construir nuestra propia computadora PiTop utilizando Raspberry PI, teniendo en mente que en el verano los profesores y alumnos construirán sus centros de cómputo para cada una de las 3 comunidades.

Finalmente tuvimos la oportunidad de aplicar lo aprendido y nos trasladamos a la comunidad de Zinacantán, un poblado que es conocido por el cultivo de flores. Y es dentro de la comunidad donde la profesora Yolanda dirige el centro cultural Yo’onik, donde los chicos de Access reciben clases de inglés.

Decidimos que ese sábado, los chicos no solo aprenderían inglés, sino tendríamos una clase que mezclaría inglés, biología e impresión 3D. Comenzamos con una dinámica en la cual les explicamos diferentes conceptos como microagricultura, el ciclo del agua o hidroponia.
El reto es que los chicos relacionaran las palabras con imágenes repartidas en el salón.

Después hicimos una pequeña introducción a la impresión 3D, mientras la FDM20 imprimía un modelo para la siguiente actividad. Cuando terminamos de explicar su funcionamiento les explicamos el proyecto de 3DPonics, que pone a nuestra disposición válvulas y uniones para hacer sistemas hidropónicos impresos en 3D. En este punto trabajamos en el sistema modelo que construiríamos más adelante.
Antes de comenzar con la acción maker, Yolanda hablo un poco acerca de las plantas de la región y les explicó que escogieran una planta para hacer un experimento de crecimiento usando un sistema sencillo basado en 3DPonics. Una de las cosas más interesantes de este taller, es que toda esta parte fue llevada en su lengua, el tzotzil.

Al recoger las plantas, cada equipo construyó su propio sistema y lo colocaron en la reja del centro cultural, la idea es que los chicos se vuelvan investigadores del crecimiento de su planta y poder aprender cómo afectan los diferentes sustratos, el abono y demás  variables.

La experiencia que tuvimos en Chiapas nos dejó muchos aprendizajes, fue muy interesante conocer perspectivas distintas de abordar las temáticas maker y sobretodo, trabajar en un entorno multucultural y poder experimentar la educación maker dentro de una comunidad rural.

Sabemos que este taller por si solo no cambió la realidad de los chicos, pero sabemos que de alguna manera aportó a brindarles una perspectiva distinta a la tecnología y ojalá uno o dos no hayan podido dormir pensando en las posibilidades que éstas máquinas les pueden dar. El trabajo de los profesores del proyecto de Access y nuestro acompañamiento será clave para la continuidad del proyecto. Ojalá pronto salgan los primeros makers del Tenejapa, Zinacantán o Mazohic, y que utilicen las herramientas para solucionar problemáticas de su comunidad.

1 Comment

  • Reply
    Enrique
    07/Jun/2017 at 2:38 am

    Con independencia del impacto social que pueda llegar a alcanzar, una de las implicaciones más inmediatas de la Cultura Maker es el potencial que tiene para transformar la educación y convertir el aprendizaje en algo estimulante. Muchas de las habilidades necesarias para el diseño y el desarrollo de soluciones y productos innovadores, como la creatividad, el pensamiento crítico, las destrezas manuales, la autonomía, la capacidad de adquirir, relacionar y aplicar todo tipo de conocimientos o el uso inteligente de la tecnología, apenas se atienden en la educación formal.

    Al igual que sucede en el resto de la sociedad, en la escuela el conocimiento se consume pero no se construye. Unas de las principales críticas que pueden hacerse a la educación actual es que es excesivamente académica y poco significativa para los que aprenden. Se teoriza mucho y se hace muy poco. No se da respuesta a preguntas del estilo ¿qué puedo hacer con lo que sé? o ¿qué necesito aprender para hacer tal cosa?

    Incluso reconociendo su valor, cuando se intenta implantar esta forma de trabajo en las escuelas nos encontramos con las inercias, las resistencias y los problemas estructurales del sistema educativo, que dificultan y casi hacen inviable este empeño. Las metodologías que centran el aprendizaje en la resolución de problemas y la realización de proyectos, no solo tecnológicos, se enfrentan a la escasez de recursos, la falta de formación de los profesores y la rigidez del funcionamiento escolar.
    http://www.otraspoliticas.com/educacion/el-movimiento-maker/

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